Odio el Carnaval Carioca en las fiestas
Caí en cuenta de que tengo la manía de escribir solamente cuando las cosas me van relativamente bien, o cuando me creo que las cosas me van relativamente bien. Le escapo a la melancolía como un pedófilo a la cana, como si las crisis fueran momentos íntimos míos y no hubiera que mostrárselos a nadie.
La posta es que me deprimo como cualquier chabón, aunque siento que lo hago a otro ritmo: mis heridas habituales son profundas y sangran a borbotones... pero cicatrizan muy rápido. Me banco tan poco estar del lado malherido que cazo una aguja y una piola, me autozurzo y ya, a otra cosa. Y sonrío, y me lo creo. O me olvido y dejo de lado el problema al que no le encuentro solución.