Lanzini se ríe de las comparaciones. "Ojalá sea un 10% de lo que fue Pablo", dice, y cuenta que "cruzaba los dedos" cuando su gran ídolo podía volver: "Eso sí, la 10 se la iba a pelear a muerte".
Benja no hay uno solo.
La familia Lanzini lleva el fútbol tan en la sangre como el clan Agüero-Maradona. Papá Machi fue un volante ochentoso del Ascenso, mamá Miriam se convirtió, a los pelotazos, en una erudita del balompié, Tomás es el hermano mayor que ahora juega en el Ñublense chileno, y Manuel, bueno, Manuel es esa joyita que anda metiendo goles antológicos con la 10 de River. Pero por lo visto, la dinastía continúa: “Benja va con la pelota de acá para allá, jugamos bastante juntos y, a pesar de que recién tiene un añito, ya se ve que le atrae”, cuenta Manu.